viernes, 13 de mayo de 2011

MULTICULTURAL POT LUCK PARTY

11 DE MAYO: El miércoles fue un día tranquilo por varias razones: se nos había marchado el chiquillo y no había presión para organizar nada, llevábamos tres días de turistas frenéticos y, además, rompió a llover y no pará en todo el día. Decidimos, pues, quedarnos en casita y relajarnos. Lo más que hicimos fue preparar unos buñuelos y la compra del mes con Liesa en Costco.

12 DE MAYO: El jueves teníamos más lío porque había que preparar la comida para la fiesta multicultural -compartir buena comida y mejor compañía- que aquí llaman multicultural pot luck party. No obstante, por la mañana salió un poco el sol y Esther y yo, ingenuos como siempre, nos lanzamos a dar una vuelta en bici (mirad la foto con el tronco derribado por un castor). Como imaginaréis, nos pilló una tormenta, pero eso es parte de la experiencia canadiense, NO? Pronto volvimos a casa a secarnos y preparar la comida. La abuela, muy previsora, dejó las albóndigas hechas del día anterior y estaban fabulosas. Los demás preparamos tres tortillas para completar nuestra humilde aportación a la fiesta.

La multicultural pot luck party se celebró en el gimnasio del cole, que es un community center (o sea, que hace las veces de casa de cultura) y está acostumbrado a actividades y eventos de todo tipo. Por la mañana las madres y padres del consejo escolar preparamos todas las mesas, colocamos banderas de yo qué sé cuántos países alrededor del gimnasio y decoramos todo con flores y demás. La verdad, quedó muy aparente. Comenzamos la tarde con manualidades, incluida la fabricación de bolas de malabares (eso nos tocó a Cris y a mí). A las 6 comenzó oficialmente la cena. La directora fue llamando a las mesas por orden para que nos fuéramos sirviendo. Teníamos una veintena de platos para elegir: lasagna, noodles, samosas (empanadillas indias picantes), sushi... Todo un lujo para la vista y el paladar. Nos sentamos con Liesa, que quiso acompañarnos en este día especial, y con una familia guatemalteca. Después tomamos un café o té con varios postres, muchos de ellos caseros.

Tras la cena, el ejercicio: una profesora de yoga de Tanzania (???) nos dio una clase a todo el gallinero más la tía Esther. No nos riñáis, necesitaban voluntarios y nos dejamos querer. El encuentro terminó con una exhibición de taekwondo, con patadas a tablas, ataques de bad guys (chicos malos) simulados y demás. Carmen asistió emocionada al momento. Por último, recogida general en media horita (qué pronto se termina cuando hay muchas manos!) y a casita todos.

Por cierto, sobró algo de tortilla pero de las albóndigas no quedó más que un poco de tomate. Un monumento para la abuela!


No hay comentarios:

Publicar un comentario