El pasado viernes 12 centros educativos, entre ellos el colegio de Ana y Carmen (Central School), participaron en una competición de atletismo para alumnado de 8 a 11 años (cursos 3-5). Todos los coles se prepararon las semanas previas concienzudamente para enseñar las reglas, entrenar a las criaturas, tomar tiempos y marcas, seleccionar a las que destacaban...
Ana nunca había demostrado especial interés (ni cualidades, todo hay que decirlo) para el atletismo pero aquí echó el resto y se clasificó para cuatro pruebas: dos de relevos, 100 metros y salto de longitud. No os riáis, que los primeros sorprendidos fuimos los padres. Ah, el vídeo de sus pruebas está colgado. No os perdáis la pose esperando el testigo (la tenéis a la izda y en el vídeo).
Una vez más, pidieron voluntarios para acompañar a las criaturas y hacer de jueces. Cristina y yo, que no vemos el peligro, nos apuntamos y pasamos una mañana muy entretenida. Las primeras dos horas no paró de llover y hacía frío para ser un 27 de mayo (con lo bien que podríamos habernos quedado en casa con la Brigi y Exter!). Estábamos empapados hasta los huesos. Los sufrid@s atletas ni se inmutaron, aquí jamás se suspende una actividad a causa del tiempo. Como decía aquél, no hay mal tiempo sino ropa inadecuada. O sea, chubasquero para los jueces y los atletas se mojan y punto
La organización del evento fue increíble. 6 profes de EF se encargaron de todo (jueces principales, megafonía, toma de decisiones...) y algunos más se sumaron el día de la competición. Además, había un grupo de 20 alumnos voluntarios del Instituto Pitt River que se hicieron cargo de la logística: llevaban a las criaturas a sus pruebas, movían las tiendas, llevaban cajas de aquí para allí con bocatas o premios... Por cierto, los bocatas los hicieron en un instituto cercano en la asignatura de Cocina. Finalmente, ocho padres-jueces nos pasamos la mañana dilucidando los puestos: éste quedó quinto, aquél segundo... Todo estaba organizado de miedo y había muy buen ambiente. A partir de las 12 incluso salió el sol.
Estos canadienses no dejan de sorprendernos. Que un evento de esta calidad lo organice sólo un grupo reducido de profes con la ayuda de adolescentes y padres voluntarios nos parece casi un milagro. Y el caso es que lo hacen con absoluta naturalidad, como si fuese tan normal juntar a tantísimas criaturas de 12 centros, llamarlos a sus pruebas, que acudan siempre a tiempo, celebrar las sopotocientas mil pruebas, decidir los ganadores, entregar los premios (unas bandas conmemorativas) y todo... en 5 horas y sin despeinarse! La lista de pruebas ocupaba un folio largo. En Canadá los milagros -cotidianos- ocurren.
Ana nunca había demostrado especial interés (ni cualidades, todo hay que decirlo) para el atletismo pero aquí echó el resto y se clasificó para cuatro pruebas: dos de relevos, 100 metros y salto de longitud. No os riáis, que los primeros sorprendidos fuimos los padres. Ah, el vídeo de sus pruebas está colgado. No os perdáis la pose esperando el testigo (la tenéis a la izda y en el vídeo).
Una vez más, pidieron voluntarios para acompañar a las criaturas y hacer de jueces. Cristina y yo, que no vemos el peligro, nos apuntamos y pasamos una mañana muy entretenida. Las primeras dos horas no paró de llover y hacía frío para ser un 27 de mayo (con lo bien que podríamos habernos quedado en casa con la Brigi y Exter!). Estábamos empapados hasta los huesos. Los sufrid@s atletas ni se inmutaron, aquí jamás se suspende una actividad a causa del tiempo. Como decía aquél, no hay mal tiempo sino ropa inadecuada. O sea, chubasquero para los jueces y los atletas se mojan y punto
La organización del evento fue increíble. 6 profes de EF se encargaron de todo (jueces principales, megafonía, toma de decisiones...) y algunos más se sumaron el día de la competición. Además, había un grupo de 20 alumnos voluntarios del Instituto Pitt River que se hicieron cargo de la logística: llevaban a las criaturas a sus pruebas, movían las tiendas, llevaban cajas de aquí para allí con bocatas o premios... Por cierto, los bocatas los hicieron en un instituto cercano en la asignatura de Cocina. Finalmente, ocho padres-jueces nos pasamos la mañana dilucidando los puestos: éste quedó quinto, aquél segundo... Todo estaba organizado de miedo y había muy buen ambiente. A partir de las 12 incluso salió el sol.
Estos canadienses no dejan de sorprendernos. Que un evento de esta calidad lo organice sólo un grupo reducido de profes con la ayuda de adolescentes y padres voluntarios nos parece casi un milagro. Y el caso es que lo hacen con absoluta naturalidad, como si fuese tan normal juntar a tantísimas criaturas de 12 centros, llamarlos a sus pruebas, que acudan siempre a tiempo, celebrar las sopotocientas mil pruebas, decidir los ganadores, entregar los premios (unas bandas conmemorativas) y todo... en 5 horas y sin despeinarse! La lista de pruebas ocupaba un folio largo. En Canadá los milagros -cotidianos- ocurren.
No hay comentarios:
Publicar un comentario