6.30h y ya estamos todos en pie. El viaje fue agotador pero el cambio de hora no perdona y la tripa tampoco. Como no teníamos nada para desayunar nos dispusimos a investigar por la zona. ¡Bendito Internet! Con Google descubrimos un centro comercial que estaba cerca de la casa. By the way, ¡qué casa! Las niñas están alucinadas porque todos los muebles y la decoración es japonesa. Además hay un gato, Sooty, aunque no se deja ver mucho. De hecho, salió como alma que lleva el diablo cuando abrimos la puerta de casa la noche anterior. Por fortuna, la puerta tiene una entrada para el gato y entra y sale cuando le da la gana.
A las 8 en punto estábamos en el centro comercial y había un supermercado abierto. ¡Gorgeous! Mil bollos distintos, donuts de todos los colores y sabores, cookies tamaño XXL... Tuvimos que controlar a las fieras porque se les salían los ojos de las órbitas. Además, dentro del super había un Starbucks, así que teníamos también el té calentito y hot chocolate para Ana y Carmen con una buena capa de nata on the top. Para aligerar el desayuno, compramos 4 lonchas de sandía y luego se lanzaron sobre los donuts.
De allí cogimos por primera vez el Sky Train, pero dirección Braid donde debíamos coger un autobus que nos llevaría a Port Coquitlam, la ciudad en la que viviremos el resto del año. Como no sabíamos cuanto tiempo nos iba a llevar y habíamos quedado para ver la casa a las 3, decidimos llevar algo de comer en la mochila y almorzar por cualquier parque cercano. Hete aquí que llegamos a la primera, no era ni la una de la tarde y casualmente la dueña de la casa estaba allí recogiendo cosas. ¡Bingo!
Liesa es encantadora. Nos enseñó la casa (sorry, nos dejamos la cámara en casa. Jet-lag) y se ofreció a llevarnos en el coche para enseñarnos la zona, centro, biblio, cole (aunque está cruzando la acera), parques... Lo mejor de la casa es el super jardin que tiene en la parte de atrás, porque dentro entre que está vacía y es un poco vieja, da un aspecto desangelado, pero en cuanto las pollito hagan su nido será perfecta.
El centro de PoCo (así le llaman ellos a la ciudad) está muy bien, tiene de todo y con varios centros comerciales alrededor para hacer las compras. Uno de los parques, Lions park, fue el que las niñas puntuaron mejor, porque era completo de gigantescas ruedas de camión por la que iban saltando de una a otra punta.
Tras la visita, Liesa tuvo la amabilidad de invitarnos a su casa a beber algo y se ofreció a llevarnos en su coche de vuelta a casa, y ¡no tardó más de 10 minutos! Esa es la diferencia con el transporte público, que da mil rodeos. Además, de camino estaba la School Board office, en la que debemos llevar todos los papeles para inscribir a las niñas en el cole y paró allí para preguntar cuándo podíamos hacer todo el papeleo. ¡Increible!
De vuelta en casa, sólo teníamos fuerzas para cenar algo y estar en la cama ¡a las ocho! Bueno, mañana veremos Downtown y os contaremos más cosas. Bye!
A las 8 en punto estábamos en el centro comercial y había un supermercado abierto. ¡Gorgeous! Mil bollos distintos, donuts de todos los colores y sabores, cookies tamaño XXL... Tuvimos que controlar a las fieras porque se les salían los ojos de las órbitas. Además, dentro del super había un Starbucks, así que teníamos también el té calentito y hot chocolate para Ana y Carmen con una buena capa de nata on the top. Para aligerar el desayuno, compramos 4 lonchas de sandía y luego se lanzaron sobre los donuts.
De allí cogimos por primera vez el Sky Train, pero dirección Braid donde debíamos coger un autobus que nos llevaría a Port Coquitlam, la ciudad en la que viviremos el resto del año. Como no sabíamos cuanto tiempo nos iba a llevar y habíamos quedado para ver la casa a las 3, decidimos llevar algo de comer en la mochila y almorzar por cualquier parque cercano. Hete aquí que llegamos a la primera, no era ni la una de la tarde y casualmente la dueña de la casa estaba allí recogiendo cosas. ¡Bingo!
Liesa es encantadora. Nos enseñó la casa (sorry, nos dejamos la cámara en casa. Jet-lag) y se ofreció a llevarnos en el coche para enseñarnos la zona, centro, biblio, cole (aunque está cruzando la acera), parques... Lo mejor de la casa es el super jardin que tiene en la parte de atrás, porque dentro entre que está vacía y es un poco vieja, da un aspecto desangelado, pero en cuanto las pollito hagan su nido será perfecta.
El centro de PoCo (así le llaman ellos a la ciudad) está muy bien, tiene de todo y con varios centros comerciales alrededor para hacer las compras. Uno de los parques, Lions park, fue el que las niñas puntuaron mejor, porque era completo de gigantescas ruedas de camión por la que iban saltando de una a otra punta.
Tras la visita, Liesa tuvo la amabilidad de invitarnos a su casa a beber algo y se ofreció a llevarnos en su coche de vuelta a casa, y ¡no tardó más de 10 minutos! Esa es la diferencia con el transporte público, que da mil rodeos. Además, de camino estaba la School Board office, en la que debemos llevar todos los papeles para inscribir a las niñas en el cole y paró allí para preguntar cuándo podíamos hacer todo el papeleo. ¡Increible!
De vuelta en casa, sólo teníamos fuerzas para cenar algo y estar en la cama ¡a las ocho! Bueno, mañana veremos Downtown y os contaremos más cosas. Bye!
ante la ausencia de noticias me dirijo ha vosotros
ResponderEliminarrecordandoos que tengo una madre llamando de continuo preguntando¿ sabes algo nuevo de aquellos?y yo le digo mama que se tienen que ubicar en la nueva casa o que no quieren saber nada de todos nosotros.bs ana pam cris toño