martes, 31 de agosto de 2010

Bienvenidos a PoCo!

Lunes 30 de agosto de 2010

Todo ha sido una auténtica locura este lunes. El domingo nos acostamos sin saber nada de nuestra "casera", Liesa, así que no teníamos muy claro en qué momento debiamos mudarnos a Port Coquitlam y despedirnos de nuestra maravillosa "host" en Burnaby.
Nos levantamos como cualquier día y allí estaba Norma preparando unas French Toast, bueníiiisimas, algo así como torrijas pero hechas con pan de molde y empapadas en un poco de zumo de naranja. Si a eso le acompañas un buen chorro de Maple Syrup, consigues dos niñas y un marido hiperactivo con subidón de azucar.
El caso es que tras recoger el desayuno, Liesa llamó a la casa de Norma y nos dijo que todo estaba preparado para que fuésemos a PoCo. Y ahí que nos ves como locos cerrando maletas, recogiendo trastos y persiguiendo niñas, que no querían abandonar el precioso patio de Norma.
Lo mejor fue meter unos quince bultos (5 de ellos de gran tamaño), más nosotros 4 y Norma, en un Toyota que una amiga le había prestado. Las niñas iban encima de bultos, Toño practicando contorsionismo, con un pie en la oreja y el otro perdido bajo alguna bolsa...
Podéis imaginar que en ese maremoto nadie sabía dónde podía estar la cámara para poder inmortalizar el momento.
El caso es que conseguimos llegar a Port Coquitlam y no dejarnos nada... en un primer momento (ya os podéis imaginar quién).
Vacimos el Toyota con una perfecta demostración de Tetris y en pocos minutos apareció Liesa.
Norma nos despidió y volvió a su casa porque tenía que entregar un trabajo esa misma tarde. Fue una despedida demasiado rápida, pero pronto haremos una cena española para agasajarla, aunque lo de española, lo que se dice española, no va a ser porque no hay nada de NADA. me refiero a español y menos aún VINO.

Tomamos posesión de la casa (las niñas tomaron posesión del jardin) y Liesa se ofreció a llevar a Toño hasta la oficina de registro del colegio para poder cerrar los papeles de las niñas. ¡CAOS!!! No aparecía la mochila de Toño, esa en la que había metido todos los documentos que necesitabamos para inscribir a las niñas y que tanto trabajo nos había costado tanto a nosotros como a muchos amigos, poder conseguir: certificados de nacimiento, cartilla de vacunación, certificado académico.... %&/$·"!"!!·! No puedo transcribir lo que salía por nuestras bocas.
Después de revolver toda la casa y no encontrar la mochila, concluimos que nos la habíamos dejado en la calle al vaciar el coche de Norma y alguien se la había llevado.
Por si acaso llamamos a Norma y le pedimos que mirase en su casa o en el coche, pero el coche ya se lo había devuelto a su amiga y no lo podía comprobar. Así que Toño decidió ir con Liesa hasta la oficina con una copia digitalizada de los documentos, que teníamos en el ordenador y yo me fui andando con las niñas hasta el centro de la ciudad para comer un bocata porque eran ya más de las 3 de la tarde.
Como todo es cuestión de ser positivos, al final resultó que la mochila estaba en el coche de la amiga de Norma, que se acercó a recogerla y luego se encontraron a mitad de camino para darsela a Toño, para finalmente poder llegar a la oficina de registro pocos minutos antes de la hora de cierre. Lo justo para hacer todo y volver a casa.
Ahora la cuestión era comprar. Nevera y armarios vacíos. Una vez más, Liesa se ofreció a llevarnos en coche a un super-super mercado, donde venden todo por gigántescas cantidades y puedes comprar a un precio "asequible". No cabía nada en nuestro carrito y después hubo que jugar de nuevo al Tetris para meter todo en el coche de Liesa. Venden la leche por bidones de 5 litros, el zumo en cajas de 16, los cereales por kilos, el arroz en bolsas de 5kg. No os asustéis pero la broma fueron más de 500$. Pero tenemos provisiones para una buena temporada, excepto fruta, verduras y este tipo de cosas.

Ahora la cuestión es que no tenemos Internet. Las conexiones son ocasionales: Starbucks o la Biblioteca que tenemos cerca de casa, así que los updates serán un poco más lentos. Pero estamos estupendamente bien. Mañana trataremos de volver a la biblio para contaros otras muchas cosas que tenemos pendientes, pero queríamos contaros que ya estamos en nuestra casa y entrando en contacto con nuestra nueva ubicación. Besos

lunes, 30 de agosto de 2010

La gran ciudad de la isla

Domingo 29 de agosto de 2010

El tiempo nos está acompañando bastante. Nubes por momento y sol durante casi todo el día, así que no podemos desperdiciar una jornada de turismo antes de que nos golpée el otoño con toda su dureza canadiense.Fuimos directos desde la estación de Burnaby a la estación de Science World. No hay perdida porque a lo lejos ya se puede ver la figura de una gigántesca esfera plateada. Es un museo de las ciencias con mil actividades para las niñas y un cine IMAX. Lo primero de todo fue ir directos al mostrador de información y comprobamos que también tienen una suscripción anual que en dos visitas amortizas. Cuando llegue el frio creo que pasaremos allí muchos fines de semana.
Pero esta vez, no entramos. Preferíamos pasear a lo largo del golfo (False Creek) para llegar a la isla de Granville (3-4km). Además, el paseo atravesaba lo que este mismo año fue la Villa Olímpica, así que para mi tenía doble interés.En 20 minutos estábamos a las puertas de Granville Island, quizás un poco más porque había que hacer fotos de cada rincón. Nada más entrar, atravesamos un ¡parque acuático!, como cualquier parque infantil pero lleno de chorros de agua, mangueras y un super tobogan, bastante más grande que el que nos encontramos en Stanley Park. Os podéis imaginar lo que dijeron las niñas.
Aún así, conseguimos ir al mercado. Si Granville Island son un montón de viejas naves industriales que albergan en su interior mil tiendas de mil cosas distintas. Una nave es de juguetes y cosas de niños, otras de arte... y una central con alimentación. Hay de todo. Por haber había hasta botes de ¡Pimentón de la Vera! a unos 5 $ el bote pequeño. Es una visita imprescindible.
Sólo compramos arándanos. Por mucho que os sorprenda es la fruta más barata, está buenísima y es local. La venden por cajas como de medio kilo.
Tras una vuelta rápida y comer unos bocatas junto al embarcadero, volvimos directos al parque. No hacía mucho calor, pero la tentación superaba el frío con creces. Era una gozada ver a las crias jugar con todas las mangueras y, sobre todo, tirarse de un tobogan que tenía varios giros y hacía que cada vez las niñas apareciesen al final en cualquier posición menos la deseada.
Diez o doce chapuzones después, ambas decidieron que querían secarse y entrar en calor. Pero una vez vestidas, salieron corriendo a jugar a los columpios y toboganes normales.
Todavía tuvimos tiempo de volver al mercado y comprar una orquidea para Norma. Probablemente, esta sería la última noche que ibamos a pasar en su casa, así que queríamos despedirnos con el mismo calor con el que ella nos había acogido.
Lo mejor fue cruzar todo el mercado con la orquidea en la mano, intentando que nadie la golpease. El camino de vuelta iba a ser demasiado para las niñas, así que la mejor opción era subirse al Aquabus, una especie de taxi-barco que te lleva a varias zonas de una orilla a otra.
Después había que volver al SkyTrain, pero afortunadamente no había mucha gente así que la orquidea llegó en perfecto estado a su nuevo emplazamiento.
Norma no estaba en casa y las niñas escondieron la planta para poder sorprenderla mientras nosotros preparábamos unos noodles para cenar.
No sé quién estaba más contento con las sorpresa, porque las niñas disfrutaron mucho dándosela y agradeciéndole lo amable que había sido con nosotros. No os podéis imaginar lo increíble que es esta persona. Estoy segura de que seguiremos en contacto durante mucho tiempo.
Eso es todo por hoy. Las conexiones wi-fi duran lo que dura... el rato que estás en el café. Nos leemos. Ciao!

domingo, 29 de agosto de 2010

Grouse Mountain

Sábado, 28 de agosto de 2010

No llevamos ni una semana aquí y ya hemos ido a uno de los lugares imprescindibles en Vancouver, Grouse Mountain. Y eso que el viernes nos quedamos vagabundeando por Burnaby. La mañana nos despertó con lluvia y no apetecía mucho hacer planes, pero a eso de la una salió el sol y nos fuimos a descubrir nuevos parques. ¡Hay uno en cada esquina!

El día de descanso nos animó a planificar una excursión a la montaña más famosa de Vancouver. Teníamos que utilizar 5 formas de transporte diferente: SkyTrain, Seabus, Autobus, Teleférico y por supuesto de San Fernando, un ratito a pie y otro andando. Lo mejor de todo es que con un sólo ticket te puedes montar en todos los transportes si los enlazas a tiempo, excepto el teleférico que ya corresponde al resort.

El caso es que sin salir de la estación del SkyTrain en Waterfront, accedías al Seabus y nada más bajarte del barco, estaba la parada de autobuses (bus 236). Media hora de tren, 10 minutos de barco y otra media hora de bus para subir hasta la falda de la montaña.
Os podéis imaginar que la aventura del barco fue estupenda para las chicas, especialmente para la de siempre.
Al llegar fuimos directos a comprar los tickets y casi nos damos la vuelta cuando vimos los precios. 55$ cada uno y 25$ cada niña. Menos mal que había un poco de cola y nos dio tiempo a leer todos los carteles varias veces, porque así descubrimos que había una opción para familias: ¡anual!
Pues ahí que nos fuimos a la oficina a sacar nuestro pase de temporada. Costaba poco más que lo que nos iba a costar la entrada de un día y nos vale para todo el año. Podemos subir todas las veces que queramos, acceso libre a los espectáculos y actividades de invierno y verano, nos dan un alquiler gratuito de esquíes, botas, tabla y patines de hielo. Y todos los que os animéis a visitarnos podréis venir con nosotros pagando la mitad. ¡Un chollo!
El viaje en el teleférico: awesome! Pena que no hubo manera de hacer fotos por culpa de los cristales.Nada más llegar a la cima, tuvimos el tino de arrivar a la hora en la que empezaba el show de los "lumberjack", los tradicionales leñadores de la zona. No creáis que era una recreación histórica y aburrida. Un show en toda regla, con unos magníficos actores-leñadores-payaso que hicieron las delicias de todos, aunque debo decir que en el primer número estábamos todos un poco asustados... ya lo veréis en el vídeo.
Inmediatamente después había una exhición de pájaros, pero Ana y Carmen concluyeron que era mejor la de Senda Viva, así que lo dejamos a medias y nos pusimos a caminar montaña arriba hacía un aerogenerador que tiene en lo alto un mirador para admirar todo Vancouver. Eso sí, pagando 22$ cada uno. Como las vistas eran igual de buenas desde el pie del molino, rechazamos la oferta de pasar por caja y así fue como coincidimos con una pareja de Estella. Era su sexta semana en Vancouver y ya regresaban a España. Su hija llevaba todo agosto en un curso de inglés, así que se lanzó como loca sobre las niñas para poder hablar español a gusto.
En la cima también había la opción de realizar un salto en parapente o lanzarse por una super tirolina. Carmen pidió hacer las dos cosas, Ana el parapente y nos costó hacerles entender que no tienen ni estatura ni edad para hacer ciertas cosas y que ni siquiera estaba permitido para sus años.
Al bajar vimos a uno de los dos osos Grizzlies que viven en semicautividad, como nuestras Paca y Tola de Asturias, pero unas dos veces más grandes. Sin casi habernos alejado de la zona de los osos, se nos cruzó por delante un ciervo que todavía no se de dónde pudo salir y se paseó con tranquilidad por los pastos cercanos. Aquí conviven totalmente con los humanos y las ardillas hasta posan, porque se paran a comer cada vez que ven una cámara, ¡real!

El día fue perfecto y encima al llegar a casa, Norma nos había preparado la cena. ¿Qué más se puede pedir? Es una mujer increíble y pronto os contaré su historia.
Mañana más. Ciao

viernes, 27 de agosto de 2010

Gastown, AnaPamentown

Jueves, 26 de agosto de 2010

Hemos decidido peinar Vancouver, barrio a barrio, así que le vamos a dedicar un día a cada zona de Downtown, y os puedo asegurar por adelantado que va a merecer la pena.
Primero fuimos a Canada Place, el nuevo icono de la ciudad con un look similar a la Opera de Sydney aunque no tiene nada que ver. Allí anduvimos por el paseo maritimo e hicimos las fotos de rigor, una de ellas delante del pebetero de los Juegos de Invierno. ¡Precioso! Nos sentamos justo en una zona del paseo que resulto ser la pista de amerizaje de todas las avionetas que realizan vuelos turísticos por la zona, así que nos comimos los bocatas mientras Carmen alucinaba viendo como amerizaban y despegaban todas las avionetas ¡y ninguna se hundía en el mar!

Tras unas cuantas fotos más, nos dirigimos a Gastown, ¿por qué? Bueno, en realidad no había una razón concreta más que la de saber que es la zona más antigua y con más saborcito de la ciudad y además, está a muy pocos minutos andando de la estación del SkyTrain, ¡muy importante cuando vas con dos niñas!

Nada más llegar las chicas alucinaron con la cantidad de tiendas que había en el barrio, todas de souvenirs, artículos de Canadá como el Maple Syrup (yummi!), y mil recuerdos de los Juegos de Invierno que encima estaban a buen precio. Sí, me he comprado un bolso-bolsa, so what!

Carmen hizo nuevos amigos enseguida, como podéis ver en la foto,y se probó todos los gorros de cazador, leñador o explorador que se cruzaban en su camino. Entramos absolutamente en todas y cada una de las tiendas de souvenirs que había en la calle, no kidding!


Pero hacer shopping agota y si lo combinas con hacer turismo, ¡extenúa! Así que las fieras se lanzaron literamente dentro del primer Starbucks que vieron. No se que echarán en las rosquillas o los chocolates porque están enganchadas a estas cafeterías y no quieren entrar en otra. Además, el Starbucks estaba en la esquina continua al Steamclock, un precioso reloj de vapor que toca una canción cada media hora y echa constantemente vapor.

Afortunadamente, debo decir que no pidieron comprarse nada, sólo miraron todo, cotillearon hasta el último estante de la última tienda y en el camino de regreso quisieron entrar en una tienda de juguetes que habían visto a la ida, pero que habíamos evitado por si acaso. Al entrar descubrimos que en realidad era una tienda de cometas y marquetería. Vieron un puzzle, por llamarlo de alguna forma, que era un gallo de madera y ambas se pusieron de acuerdo en que querían comprarlo y hacerlo. Son no se cuantas pequeñas piezas de madera que deberán ensamblar hasta conseguir hacer la figura de un gallo. Ya os contaremos si superan la prueba.

jueves, 26 de agosto de 2010

Descubriendo a Norma

Miércoles, 25 de agosto de 2010

Hola mundo! Hoy, miércoles, nos hemos tomado un día tranquilo porque los cuerpos andan descolocados por el jet-lag. De paso, hemos podido conocer a Norma, nuestra "casera", y Burnaby, el barrio de Vancouver (otra ciudad, de hecho) donde vivimos.

Norma es, cómo decirlo, una mujer "terremoto" que nació y creció en Escocia pero que ha vivido en Chicago, nueve años en Japón y en mil sitios más. Además, cada año le toca viajar porque es juez de karate y le toca arbitrar en campeonatos por todo el mundo. O sea, una mujer hecha a sí misma y con muuuuuuuuucho mundo. Sólo ver su casa, con souvenirs de mil países, es todo un espectáculo. Imaginaos cómo estamos: "Ana, no toques los muñecos japoneses", "Carmen, vas a tirar el zumo encima de la alfombra china de seda"...

Además, Norma defiende a la mujer en el deporte, de hecho preside la comisión "Mujer y Deporte" dentro de la Federación de Karate. Cristina hace palmas con las orejas. Se han juntado el hambre con las ganas de comer...

Este miércoles, después de vaguear por casa (ya tocaba) hemos comido y Norma nos ha llevado en su descapotable a conocer Burnaby: Simon Fraser University, Burnaby Mountain (las vistas desde arriba son impresionantes) y Burnaby Lake. Es un gustazo que te lleven de la mano para descubrir una ciudad desconocida.

Después, hemos entrado en una tiendecilla cercana (la única en 800 metros a la redonda) a echar un vistazo y comprar los ingredientes para hacer una tortilla. Casi nos da un pampurcio al ver los precios: una cebolla costaba 1'50 dólares (1'2 euros), una patata mediana 1'25, y así sucesivamente. Visto lo visto, me he acercado al SafeWay (un súper enorme a casi 1 km de distancia) mientras las niñas se divertían en un macro-parque cercano y he comprado todo lo que necesitaba. Los precios son el doble que en cualquier tienda española, esperemos encontrar un super para cargar lo básico porque parece que comer se ha convertido en una costumbre carísima para el bolsillo español. Lo único que tenemos a favor es que un euro vale 1'32 centavos de dólar.

Por la noche fui a hacer la tortilla y descubrí que no había comprado cebolla (manda huevos, pero de ésos sí había comprado). La hice con cebolla seca (ejem, ni parecida) y casi que me retiran el saludo las cuatro comensales. Norma se mostró educada pero se dedicó más al vino, supongo que para olvidar la tortilla que acababa de perpetrar.

Nos quedamos de tertulia hasta casi las 12:00, algo inédito para las costumbres canadienses. Es un gustazo charlar con Norma, es muy amable y divertida.

See you tomorrow!

miércoles, 25 de agosto de 2010

Welcome to Vancouver!

Martes, 24 de agosto de 2010

El jet lag continua presente. Un día más todos estábamos desayunando a las 6.30h, aunque teniendo en cuenta que a las 20.00h todos dormíamos, no es mal horario. El caso es que con tantas horas por delante hay que llenar el día y una visita a Downtown va a ser perfecta!

Con nuestra mochila de Biciclistas al hombro, llegamos a la estación del Sky Train, a poco más de 5 minutos andando. Cogiendo la Millenium Line, dirección BCC Clark, tardamos media hora en estar en Waterfront (con transfer incluido en

Downtown cubre las expectativas que genera y con un sol de justicia, aún más. Primera parada, Información y Turismo. Un plano para cada uno y a patear la ciudad.
Como Toño ya conocía la ciudad, decidió que lo mejor era ver la zona de Robson Street, full of shops and Starbucks, y desde ahí bajar hasta Stanley Park. La calle es muy animada y enseguida nos tropezamos con la primera marcianada americana: un escarabajo loco que es mejor verlo que intentar explicarlo.
A mitad de camino, las niñas ya estaban "starving". Desayunar a las 6.30h tiene sus desventajas, no hay quien aguante hasta la hora española de comida. Así que hicimos nuestra primera parada, y ¿sabéis qué? era el mismo sitio en el que Toño había comido en primera visita a Vancouver, un sitio de burritos "Steamrollers", bueno y barato (muy importante), en Robson con Bute Street.
Tras llenar la panza y descansar un poco, continuamos calle abajo y paramos en la segunda tienda de alquiler de bicicletas que vimos, "Robson Bikes". Las niñas no estaban por la labor de dar pedales (jet-lag), asi que optamos por coger una bici con barra para remolcar la bici pequeña y otra con carrito para llevar niña, mochila, bolso, etc.
Tras dejar en dos calles el tráfico rodado, llegamos a la entrada de Stanley Park. No tengo palabras. Una península con bosque, carril bici junto al mar por el que vas viendo todo Downtown, North Vancouver, Grouse Mountain and so on.
Fuimos directos a ver los totems indios. Im-presionante. Continúamos pedaleando y topamos con una ¡zona minada! Queríamos llorar. Había una zona de parque infantil que era ¡acuática! Chorros de agua, cañones, rocas con cascada... las niñas sin bañador y nosotros sin toallas o ropa de cambio para ellas. Fue duro dejarlas ver aquel caramelo y sólo poder olerlo.
No sin protestas, continuamos con el paseo (la vuelta completa son 8 km) y encontramos más minas: una playa tras otra, Third Beach, Ferguson Point, Second Beach... y está tenía piscina justo delante del mar. Menos mal que también tenía un parque inmenso con columpios, mil barras a las que subirse, un coche de bomberos en el que jugar y un inmenso árbol, hueco por dentro, en el que se escondían.
Podéis imaginar que a este ritmo las horas de alquiler se iban acumulando y además, la bici de Toño que llevaba la otra bici enganchada, no funcionaba muy bien y las niñas iban quejándose todo el rato.
Del parque de juegos ya salimos al inicio de Stanley Park y continuamos con las bicis por el embarcadero para ya dirigirnos de vuelta a la tienda de alquiler, aunque ahora era cuesta arriba, pero ¡cuesta arriba! y aquí la madre no estaba dispuesta a dejarse la hernia dando pedales tirando del carrito con niña y bultos. ¡Pie a tierra! No fue grave, en dos cuestas estábamos en la tienda reclamando al dependiente el mal estado de la bici. Al menos nos ahorramos las tasas por la protesta y las 3 horas de alquiler nos salieron por 50$. ADVICE no alquiléis en esa tienda, sólo 100 metros más abajo hay una enorme mucho mejor!
Ahora había que desandar lo andado y dirigirnos a la super biblioteca de Vancouver. Aquí los papeles se cambiaron, era a la madre a la que había que sacar con los GEO. ¡No sabía dónde mirar! ¡Quería ver todos los libros! Había docenas de estanterías sólo de Deporte. Creo que voy a pasar muchos días allí encerrada y cuando llegue el invierno va a ser un escondite perfecto.
Tampoco se puede decir que las niñas sufrieran. Después de agotar la sección de Infantil, descubrieron que en la primera de las siete plantas de la biblio, había un sección de español con libros infantiles, así que era ¡perfecto!
El caso es que nos dieron las siete de la tarde allí y había que coger el tren de vuelta y comprar algo para la cena. La estación no estaba demasiado lejos y el super estaba a la salida de la estación en Burnaby. Cena rápida para tres, porque Carmen prefirió dormir a comer, y enseguida llegó Norma, la dueña de la casa, que regresaba de Montreal. Pero a Norma le vamos a dedicar el siguiente capítulo. Besos

martes, 24 de agosto de 2010

Day 1

Lunes, 23 de agosto de 2010

6.30h y ya estamos todos en pie. El viaje fue agotador pero el cambio de hora no perdona y la tripa tampoco. Como no teníamos nada para desayunar nos dispusimos a investigar por la zona. ¡Bendito Internet! Con Google descubrimos un centro comercial que estaba cerca de la casa. By the way, ¡qué casa! Las niñas están alucinadas porque todos los muebles y la decoración es japonesa. Además hay un gato, Sooty, aunque no se deja ver mucho. De hecho, salió como alma que lleva el diablo cuando abrimos la puerta de casa la noche anterior. Por fortuna, la puerta tiene una entrada para el gato y entra y sale cuando le da la gana.

A las 8 en punto estábamos en el centro comercial y había un supermercado abierto. ¡Gorgeous! Mil bollos distintos, donuts de todos los colores y sabores, cookies tamaño XXL... Tuvimos que controlar a las fieras porque se les salían los ojos de las órbitas. Además, dentro del super había un Starbucks, así que teníamos también el té calentito y hot chocolate para Ana y Carmen con una buena capa de nata on the top. Para aligerar el desayuno, compramos 4 lonchas de sandía y luego se lanzaron sobre los donuts.
De allí cogimos por primera vez el Sky Train, pero dirección Braid donde debíamos coger un autobus que nos llevaría a Port Coquitlam, la ciudad en la que viviremos el resto del año. Como no sabíamos cuanto tiempo nos iba a llevar y habíamos quedado para ver la casa a las 3, decidimos llevar algo de comer en la mochila y almorzar por cualquier parque cercano. Hete aquí que llegamos a la primera, no era ni la una de la tarde y casualmente la dueña de la casa estaba allí recogiendo cosas. ¡Bingo!
Liesa es encantadora. Nos enseñó la casa (sorry, nos dejamos la cámara en casa. Jet-lag) y se ofreció a llevarnos en el coche para enseñarnos la zona, centro, biblio, cole (aunque está cruzando la acera), parques... Lo mejor de la casa es el super jardin que tiene en la parte de atrás, porque dentro entre que está vacía y es un poco vieja, da un aspecto desangelado, pero en cuanto las pollito hagan su nido será perfecta.
El centro de PoCo (así le llaman ellos a la ciudad) está muy bien, tiene de todo y con varios centros comerciales alrededor para hacer las compras. Uno de los parques, Lions park, fue el que las niñas puntuaron mejor, porque era completo de gigantescas ruedas de camión por la que iban saltando de una a otra punta.
Tras la visita, Liesa tuvo la amabilidad de invitarnos a su casa a beber algo y se ofreció a llevarnos en su coche de vuelta a casa, y ¡no tardó más de 10 minutos! Esa es la diferencia con el transporte público, que da mil rodeos. Además, de camino estaba la School Board office, en la que debemos llevar todos los papeles para inscribir a las niñas en el cole y paró allí para preguntar cuándo podíamos hacer todo el papeleo. ¡Increible!
De vuelta en casa, sólo teníamos fuerzas para cenar algo y estar en la cama ¡a las ocho! Bueno, mañana veremos Downtown y os contaremos más cosas. Bye!

domingo, 22 de agosto de 2010

!Nos vamos!

Domingo, 22 de agosto de 2010

Llegó el momento. La familia tronada ha conseguido tener todos los papeles a tiempo para coger su vuelo directo a Vancouver.
Elegimos una línea canadiense, Air Transat, que ofrecía unos precios aceptables para los cuatro y además volaba directamente a Vancouver, algo muy importante cuando llevas dos niñas y 10 bultos.
El núcleo duro de los Biciclistas (familia Echarri-Mateo+ Luisa y Victor) pasaron en Navacerrada el fin de semana y nos llevaron al aeropuerto con nuestra propia furgoneta, único vehículo disponible ya que al mecánico se le estropeó su coche de camino a Navacerrada, por aquello de cumplir los dichos ("En casa de herrero, cuchillo de palo"). Al final, resultó muy útil que ellos se llevasen nuestro coche a Corella, porque se convirtió en su único medio de transporte.
Ana y Carmen, especialmente la terremoto, agradecieron tener a su "tato"Juan para jugar en este último fin de semana.
Los mayores nos despedimos de España con una sesión de "comida saludable" antes de salir para el aeropuerto: chopitos, torreznos, patatas meneadas, boquerones fritos, mollejas... absolutamente light. !Ya lo echamos de menos!
No faltaron los nervios de última hora: niñas perdidas por la urbanización despidiéndose de su pandilla, maletas que no cerraban, pasaportes escondidos, billetes de avión traspapelados... Todo estaba en su sitio, bueno, todo no, las cabezas estaban un poco voladas.
El caso es que fuimos capaces de meter todas las maletas en la "furgo" y bajamos al aeropuerto acompañados también por la "tita Sandra". No podía perderse un momento así, ni ella, ni nosotros.

Ya en el aeropuerto había que montar el número de la cabra: las maletas sobrepasaban el peso permitido (23kg x persona), las de mano medían más de la cuenta... Pero quitando unas cosas de aquí, poniendo otras cosas allá... Un buen truco fue sacar los portátiles y llevarlos en la mano hasta pasar el control, porque no cuentan los ordenadores como equipaje de mano, pero sí pesan las maletas que llevas en cabina y no pueden exceder de 10kg. Así que con un poco de circo conseguimos facturar todo y encaminarnos al control de seguridad.
Allí nos despedimos de la troupe Biciclista y de Sandra. No hubo momentos emotivos... no en ese momento. Nada más pasar el control de seguridad y el control de pasaportes, Ana se puso a llorar desconsoladamente. De repente, de dio cuenta de todo lo que dejaba detrás y no era capaz de contener sus emociones, aunque tampoco tenía porqué. La dejamos llorar un buen rato y la consolamos en una cafetería del shopping free con donuts de chocolate.
Por cierto, en el control de pasaportes fue muy gracioso comprobar como los polícias siguen viviendo en el siglo pasado. No entendían que las niñas tuviesen Gallo como primer apellido. Me preguntaban si no eran hijas de Toño y tuve que explicarles que simplemente tenían mi apellido primero, que es una opción libre y que no es obligatorio llevar el apellido del padre delante.
Anyway, pasamos todos los controles a la perfección con tiempo de sobra para la hora de embarque(17.30h). El problema es que los paneles empezaron a marcar diferentes puertas de embarque y diferentes horarios previstos:45 minutos de retraso, 5o, 1 hora. Al final, embarcamos 2 horas más tarde y el capitán explicó que los controladores aéreos estaban negociando sus contratos y habían retrasado todas las salidas. Vamos, que la huelga encubierta es un hecho.
Las niñas llevaron muy bien el despegue, aunque Carmen enseguida empezó a preguntar si estábamos sobrevolando el mar y no quitaba ojo a la página de emergencia en la que explican todo lo que debes hacer en caso de emergencia. La leyó por delante y por detrás unas cincuenta veces, pero no le quitó el sueño. De hecho fue la única que durmió a pierna suelta, literalmente. Se colocó sobre mi y su hermana, bien estirada y roncó todo lo que quiso. Ana se puso una almohadilla hinchable en el cuello y durmió sentada sin moverse. Toño y yo, cabeceamos y poco más.
Aterrizamos en Vancouver a las diez y media de la noche, hora de Canadá, después de 16 horas de viaje entre unas cosas y otras.
El primer control de pasaportes fue muy bien, nos mandaron recoger las maletas e ir a una oficina de policía en la que nos harían los papeles oficiales de visados. No fue traumático porque la verdad es que con 4 preguntas nos despacharon e hicieron los papeles, mientras que a nuestro lado no paraban de abrir las maletas de varios pasajeros, y ¡no se conformaban con abrirlas! sacaban hasta el último artículo de su interior y lo revisaban minuciosamente, preguntando qué era, dónde lo habían comprado, etc. !Me muero si me desmontan allí los 5 maletones que llevabamos!
El caso es que todo fue como la seda. Cogimos un taxi enorme en el que cabíamos los 4 más las maletas y en poco más de 20 minutos estábamos en la super casa de Norma, nuestra anfitriona para la primera semana.
Pero eso os lo contaremos mañana. Good night.