miércoles, 25 de agosto de 2010

Welcome to Vancouver!

Martes, 24 de agosto de 2010

El jet lag continua presente. Un día más todos estábamos desayunando a las 6.30h, aunque teniendo en cuenta que a las 20.00h todos dormíamos, no es mal horario. El caso es que con tantas horas por delante hay que llenar el día y una visita a Downtown va a ser perfecta!

Con nuestra mochila de Biciclistas al hombro, llegamos a la estación del Sky Train, a poco más de 5 minutos andando. Cogiendo la Millenium Line, dirección BCC Clark, tardamos media hora en estar en Waterfront (con transfer incluido en

Downtown cubre las expectativas que genera y con un sol de justicia, aún más. Primera parada, Información y Turismo. Un plano para cada uno y a patear la ciudad.
Como Toño ya conocía la ciudad, decidió que lo mejor era ver la zona de Robson Street, full of shops and Starbucks, y desde ahí bajar hasta Stanley Park. La calle es muy animada y enseguida nos tropezamos con la primera marcianada americana: un escarabajo loco que es mejor verlo que intentar explicarlo.
A mitad de camino, las niñas ya estaban "starving". Desayunar a las 6.30h tiene sus desventajas, no hay quien aguante hasta la hora española de comida. Así que hicimos nuestra primera parada, y ¿sabéis qué? era el mismo sitio en el que Toño había comido en primera visita a Vancouver, un sitio de burritos "Steamrollers", bueno y barato (muy importante), en Robson con Bute Street.
Tras llenar la panza y descansar un poco, continuamos calle abajo y paramos en la segunda tienda de alquiler de bicicletas que vimos, "Robson Bikes". Las niñas no estaban por la labor de dar pedales (jet-lag), asi que optamos por coger una bici con barra para remolcar la bici pequeña y otra con carrito para llevar niña, mochila, bolso, etc.
Tras dejar en dos calles el tráfico rodado, llegamos a la entrada de Stanley Park. No tengo palabras. Una península con bosque, carril bici junto al mar por el que vas viendo todo Downtown, North Vancouver, Grouse Mountain and so on.
Fuimos directos a ver los totems indios. Im-presionante. Continúamos pedaleando y topamos con una ¡zona minada! Queríamos llorar. Había una zona de parque infantil que era ¡acuática! Chorros de agua, cañones, rocas con cascada... las niñas sin bañador y nosotros sin toallas o ropa de cambio para ellas. Fue duro dejarlas ver aquel caramelo y sólo poder olerlo.
No sin protestas, continuamos con el paseo (la vuelta completa son 8 km) y encontramos más minas: una playa tras otra, Third Beach, Ferguson Point, Second Beach... y está tenía piscina justo delante del mar. Menos mal que también tenía un parque inmenso con columpios, mil barras a las que subirse, un coche de bomberos en el que jugar y un inmenso árbol, hueco por dentro, en el que se escondían.
Podéis imaginar que a este ritmo las horas de alquiler se iban acumulando y además, la bici de Toño que llevaba la otra bici enganchada, no funcionaba muy bien y las niñas iban quejándose todo el rato.
Del parque de juegos ya salimos al inicio de Stanley Park y continuamos con las bicis por el embarcadero para ya dirigirnos de vuelta a la tienda de alquiler, aunque ahora era cuesta arriba, pero ¡cuesta arriba! y aquí la madre no estaba dispuesta a dejarse la hernia dando pedales tirando del carrito con niña y bultos. ¡Pie a tierra! No fue grave, en dos cuestas estábamos en la tienda reclamando al dependiente el mal estado de la bici. Al menos nos ahorramos las tasas por la protesta y las 3 horas de alquiler nos salieron por 50$. ADVICE no alquiléis en esa tienda, sólo 100 metros más abajo hay una enorme mucho mejor!
Ahora había que desandar lo andado y dirigirnos a la super biblioteca de Vancouver. Aquí los papeles se cambiaron, era a la madre a la que había que sacar con los GEO. ¡No sabía dónde mirar! ¡Quería ver todos los libros! Había docenas de estanterías sólo de Deporte. Creo que voy a pasar muchos días allí encerrada y cuando llegue el invierno va a ser un escondite perfecto.
Tampoco se puede decir que las niñas sufrieran. Después de agotar la sección de Infantil, descubrieron que en la primera de las siete plantas de la biblio, había un sección de español con libros infantiles, así que era ¡perfecto!
El caso es que nos dieron las siete de la tarde allí y había que coger el tren de vuelta y comprar algo para la cena. La estación no estaba demasiado lejos y el super estaba a la salida de la estación en Burnaby. Cena rápida para tres, porque Carmen prefirió dormir a comer, y enseguida llegó Norma, la dueña de la casa, que regresaba de Montreal. Pero a Norma le vamos a dedicar el siguiente capítulo. Besos

1 comentario:

  1. vuestro turismo ciudadano con nino(a)s que protestan o las interminables visitas de parques infantiles (cuando habiamos previsto algun museo o cualquier catedral) porque lo(a)s nino(a)s no se quieren bajar de los columpios me recuerda un pasado muy reciente todavia....besotes
    encarni

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