
La verdad es que he tenido la fortuna de ver en directo el encendido de muchos pebeteros olímpicos en el día de la inaguración de los JJ.OO., pero nunca había tenido la oportunidad de ver el re-encendido de un pebetero y menos aún en una plaza de la ciudad anfitriona.
El pasado sábado 12 de febrero se cumplía un año de la inauguración de los Juegos y Vancouver se convirtió en una fiesta. El polideportivo de la Villa Olímpica estaba lleno de juegos para las niñas: curling, hockey, manualidades, una pantalla gigante con los momentos estelares de la competición... Todo un planazo. Nada más entrar una de las antorchas olímpicas nos esperaba en la entrada para la foto de rigor, aunque, para variar, los padres estropeamos la foto.
El tiempo no es que acompañase a la celebración porque llovía a calderadas, como para no salir a la calle, pero era un día para no perderse. De hecho, nadie quería perderselo porque nos encontramos con varias manifestaciones: una pidiendo casas para los que no tienen casa (esto va por la Villa Olímpica que sigue vacía porque los apartamentos tiene un precio monstruoso); un grupo de egipcios pidiendo que Canadá y USA no se metan en Egipto; y la oficial, la de miles de personas reunidas junto a la Jack Pole plaza para ver el re-encendido del pebetero olímpico.
El pasado sábado 12 de febrero se cumplía un año de la inauguración de los Juegos y Vancouver se convirtió en una fiesta. El polideportivo de la Villa Olímpica estaba lleno de juegos para las niñas: curling, hockey, manualidades, una pantalla gigante con los momentos estelares de la competición... Todo un planazo. Nada más entrar una de las antorchas olímpicas nos esperaba en la entrada para la foto de rigor, aunque, para variar, los padres estropeamos la foto.
El tiempo no es que acompañase a la celebración porque llovía a calderadas, como para no salir a la calle, pero era un día para no perderse. De hecho, nadie quería perderselo porque nos encontramos con varias manifestaciones: una pidiendo casas para los que no tienen casa (esto va por la Villa Olímpica que sigue vacía porque los apartamentos tiene un precio monstruoso); un grupo de egipcios pidiendo que Canadá y USA no se metan en Egipto; y la oficial, la de miles de personas reunidas junto a la Jack Pole plaza para ver el re-encendido del pebetero olímpico.
Toño y las niñas se quedaron en casa2, o sea la biblio, porque no les apetecía mojarse para ver el encendido del pebetero, así que grabé el memorable momento para ellos y para todos los que no podiáis venir a compartirlo. El caso es que nada más salir de casa2, dejó de llover y todo el camino hasta el pebetero estaba repleto de múltiples actividades: hockey en la calle, stands con podiums para hacerse fotografías, las medallas olímpicas expuestas... Vamos que estaba en mi salsa. Tras la caminata, regresé a la biblio para recoger a Toño y las niñas y vernos con los Kallid. Era un día para volver a probar el super-japonés y, esta vez, apuntar el nombre y la dirección: Urban Sushi, 259 Granville St. Como siempre, la velada con Tillat y Farooq es un éxito asegurado.


Mientras tanto, Toño se fue con las niñas a Hyde Creek donde también tenían actividades olímpicas, con la piscina repleta de juegos y concursos, y a mitad de precio, y eso que ya es barato de normal. Así que las niñas estuvieron más que ocupadas y activas.
Joro! Que envidia!!! Bueno,no me puedo quejar porque he estado un mes haciendo de todo allí, pero esta celebración merece eh?
ResponderEliminarCuñadísima, qué pena que no tengas las extremidades inferiores como la cabeza (y no me refiero a duras). Uno se cansa nada más que leyéndote, así que como para seguirte el ritmo. Yo soy tu cuerpo y me borro, o como diría la tata Exter, "me desapunto". Me caían bien los canadienses, pero estoy empezando a admirarlos, y no sólo porque os estén aguantacuidando. Muchos besos, tata postiza!
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