Tanto va el cántaro a la fuente... Carmen ha estado todo el trimestre jugando a hockey como actividad extraescolar. No era más que una tarde a la semana (los miércoles), pero desde el primer día pintó regulín. Era un grupo de 8-10 chicos mayorcetes (9-10 años) y brutotes. Carmen no sólo era la única niña, también la más pequeña con diferencia. Un día se me ocurrió quedarme a ver la clase (aquí no hay problema alguno para sumarse a cualquier actividad educativa, deportiva, lúdica o festiva) y terminé -sabía que lo adivinaríais- jugando con ellos. Mirad si son calaveras los chavales del hockey que hasta me pegaban a mí con el stick, me empujaban (take it easy, man!) y les tuve que parar los pies. A la semana siguiente, Carmen vino quejándose de un palazo (stickazo) en la cabeza. Visto lo visto, la borramos de la actividad porque, además, no aprendían hockey, simplemente recibían un stick y jugaban.
Paradójicamente, la lesión canadiense no se produjo en una actividad donde teníamos TODOS los boletos, llegó de algo mucho más... inocente. La penúltima clase de cooking (han estado todo el trimestre haciendo cakes, cookies y demás familia) metieron el bizcocho en el horno y dijo la profe: "Vamos a jugar al gimnasio mientras se hace el bizcocho". Carmen se puso de portera, esta vez para jugar a fútbol. Se colgó de la portería (de hockey, sí, pero de hierro) con la mala suerte de que se venció y le cayó sobre el dedo gordo de la mano izda. Los chillos todavía retumban en el gimnasio. Recogieron sangre -según cuenta su hermana Ana- a cubos. La uña la perdió de inmediato.
La encargada de las extraescolares la llevó al hospital con Cris. Ms Tambellini, la directora (que tiene el don de la ubicuidad y una energía del demonio), tb se plantó en urgencias. Le dieron varios puntos y le dejaron la uña en su sitio para que protegiera el dedo. Tenía una pequeña fractura en el hueso. De entrada pintaba feo. Volvieron a las 19:30, tres horas y media después. Urgencias es igual de lenta en todos los lados.
Todo esto ocurrió el 25 de noviembre, pero Carmen no nos ha dejado contarlo hasta ahora, que ya tiene el dedo bien. Lo peor ha sido el dolor de los primeros días, la venda que se pegaba cada noche, el peregrinaje por urgencias (volvimos al día siguiente porque le sangraba la herida), coger mil autobuses, ir hasta una clínica y que no atendieran a la niña porque no aceptaban tarjetas... Bueno, le ha quedado el dedo casi como nuevo, que es lo que importa, y Carmen ya ni se acuerda. Así que... cualquier día la vuelve a liar.
Para que os quedéis con un buen sabor de boca aquí tenéis unas cuantas imágenes de lo que se puede hacer en una cocina canadiense.
Ya estabamos tardando en no liarla, menos mal que ya ha pasado y con lo valiente que es mi Carmen ya ni se acordará. Un beso muy gordo a ese dedito y todo el gallinero.
ResponderEliminar¡¡¡NOOOOOOOO!!!. ¡¡¡Qué doloooooorrr...!!!. Pobrecita Carmen. Un besazo muy gordo de mi parte para la chiquitita del gallinero.
ResponderEliminarToño, supongo que no te extrañará que a Carmen le pasen esas cosas y que sea un terremoto, porque con la mamá que tiene... Mi Cris era (y es) un tsunami (que no disimule, que nos conocemos de hace muuuuuuchos años), así que no se me extrañen de cómo ha salido la peque, je, je...
Muchos besos a todos.