Ay, que estamos henchidos de gozo: nos han dado un master en transporte público por la Universidad de Seattle!!! Que cómo ha sido eso? Por haber sobrevivido al último atracón de intermodalidad (la combinacion de medios de transporte, vaya). Lo contamos poco a poco.
Todo ocurrió el pasado lunes, 21 de marzo. Nos levantamos a las 6:30 (qué pereza!) y a las 8:10 ya estábamos subidos en nuestro querido bus 159. Media hora después cogíamos el SkyTrain rumbo a Downtown, donde cambiamos a la otra línea del SkyTrain rumbo al aeropuerto. A ver, los que vais a venir a visitarnos en abril y mayo (van a ser dos meses moviditos) ya podéis coger apuntes porque no me gusta repetir mil veces las cosas, QUEDA CLARO??? En Bridgeport (una parada del SkyTrain) nos bajamos para coger el segundo bus de la mañana en dirección a Tsawwassen, el pequeño puerto de donde se toman los ferries. Bueno, punto y aparte porque me estoy cansando con tanto viaje.
Sin tiempo que perder, del bus enlazamos directamente con el ferry de las 11:00 a Victoria (Isla de Vancouver). Las peques estaban emocionadas. El recorrido del ferry es impresionante entre islas preciosas, cabañas de madera (papá, cómo hacen la compra y van al cole en esa isla??) y mil rincones espectaculares. El día no acompañaba pero, por lo menos, pudimos disfrutar las vistas.
A las 13:10 cogimos el bus (y van tres) de Swarz Bay a Victoria, adonde llegamos casi a las 14:00, 6 horas después de salir de casa. En Victoria echamos cuatro fotos, dejamos las maletas en el lobby del Fairmont Empress (un superhotel victoriano de mucha categoría) y nos dimos una vuelta por su interior: qué salones, qué vistas, qué atención al cliente, QUÉ PRECIOS! Buscamos una cafetería más proletaria y nos tomamos todos algo calentito para coger fuerzas de cara a la segunda parte del viaje.
A las 17:00 cogimos el segundo ferry para ir de Victoria a Seattle. Las vistas eran chulas pero ya no íbamos entre islas y el día seguía sin acompañar. Tuvimos, eso sí, la suerte de que nos tocaron unos abueletes de compañeros de mesa (sí, teníamos mesita y todo) que nos tuvieron entretenidos entre historias, juegos de cartas, trucos de magia de Carmen... Antes de las 8 ya estábamos en Seattle. Pasamos el control de aduanas sin casi preguntas (y eso que llevábamos mil documentos por si acaso) y recorrimos Seattle a deshoras. Pasamos por el Pike Market de noche (queda pendiente para la próxima visita) y tomamos el tren, Y VAN TRES!!!, hasta nuestro hotel. A las 22:00 llegamos a nuestra habitación y, como imaginareis, besamos la cama.
Y éste es el relato de nuestro recorrido Port Coquitlam-Vancouver-Victoria-Seattle tres buses, otros tantos trenes y dos ferries después. Conseguimos doctorarnos en transporte público con nota. Por cierto, hay un tren que en dos horas y media va de Vancouver a Seattle por 30 dólares ida y vuelta, pero con nuestra visa sólo podíamos entrar, supuestamente, por agua o por aire. En aduanas nos dijeron que sí podemos entrar en los Estados Unidos en tren, pero en la página de internet de la embajada dejaban muy clarito que no. MECACHIS!!! Bueno, que ya conocemos los ferries, los buses, las islas del canal, a dos abuelillos mú graciosos, a... El que no se consuela es porque no quiere!
Todo ocurrió el pasado lunes, 21 de marzo. Nos levantamos a las 6:30 (qué pereza!) y a las 8:10 ya estábamos subidos en nuestro querido bus 159. Media hora después cogíamos el SkyTrain rumbo a Downtown, donde cambiamos a la otra línea del SkyTrain rumbo al aeropuerto. A ver, los que vais a venir a visitarnos en abril y mayo (van a ser dos meses moviditos) ya podéis coger apuntes porque no me gusta repetir mil veces las cosas, QUEDA CLARO??? En Bridgeport (una parada del SkyTrain) nos bajamos para coger el segundo bus de la mañana en dirección a Tsawwassen, el pequeño puerto de donde se toman los ferries. Bueno, punto y aparte porque me estoy cansando con tanto viaje.
Sin tiempo que perder, del bus enlazamos directamente con el ferry de las 11:00 a Victoria (Isla de Vancouver). Las peques estaban emocionadas. El recorrido del ferry es impresionante entre islas preciosas, cabañas de madera (papá, cómo hacen la compra y van al cole en esa isla??) y mil rincones espectaculares. El día no acompañaba pero, por lo menos, pudimos disfrutar las vistas.
A las 13:10 cogimos el bus (y van tres) de Swarz Bay a Victoria, adonde llegamos casi a las 14:00, 6 horas después de salir de casa. En Victoria echamos cuatro fotos, dejamos las maletas en el lobby del Fairmont Empress (un superhotel victoriano de mucha categoría) y nos dimos una vuelta por su interior: qué salones, qué vistas, qué atención al cliente, QUÉ PRECIOS! Buscamos una cafetería más proletaria y nos tomamos todos algo calentito para coger fuerzas de cara a la segunda parte del viaje.
A las 17:00 cogimos el segundo ferry para ir de Victoria a Seattle. Las vistas eran chulas pero ya no íbamos entre islas y el día seguía sin acompañar. Tuvimos, eso sí, la suerte de que nos tocaron unos abueletes de compañeros de mesa (sí, teníamos mesita y todo) que nos tuvieron entretenidos entre historias, juegos de cartas, trucos de magia de Carmen... Antes de las 8 ya estábamos en Seattle. Pasamos el control de aduanas sin casi preguntas (y eso que llevábamos mil documentos por si acaso) y recorrimos Seattle a deshoras. Pasamos por el Pike Market de noche (queda pendiente para la próxima visita) y tomamos el tren, Y VAN TRES!!!, hasta nuestro hotel. A las 22:00 llegamos a nuestra habitación y, como imaginareis, besamos la cama.
Y éste es el relato de nuestro recorrido Port Coquitlam-Vancouver-Victoria-Seattle tres buses, otros tantos trenes y dos ferries después. Conseguimos doctorarnos en transporte público con nota. Por cierto, hay un tren que en dos horas y media va de Vancouver a Seattle por 30 dólares ida y vuelta, pero con nuestra visa sólo podíamos entrar, supuestamente, por agua o por aire. En aduanas nos dijeron que sí podemos entrar en los Estados Unidos en tren, pero en la página de internet de la embajada dejaban muy clarito que no. MECACHIS!!! Bueno, que ya conocemos los ferries, los buses, las islas del canal, a dos abuelillos mú graciosos, a... El que no se consuela es porque no quiere!
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