Así fue el 14 de enero (¡Madre que retraso llevamos!). Un día de bienvenida y despedida, porque dos buenas amigas renunciaron a un par de días en Whistler para hacernos una visita en Vancouver. Miriam y Nik, cambiaron su último fin de semana en la nieve por un fin de semana en Downtown. ¿Para vernos o porque las piernas ya no admitían más bajadas? Para vernos, por supuesto, que para eso son dos campeonísimas, DEPORTISTAS, con mayúsculas.
Fue una sorpresa muy agradable verlas aquí, aunque lo cierto es que es más fácil encontrarse con ellas en el extranjero que en España. Le dijo la sartén al cazo. Anyway, dimos un pequeño recorrido desde Robson hasta.... Sí, habéis acertado, la Biblioteca!!! No deja de ser nuestra segunda casa, así que es de obligada visita para todo el que viene a vernos. Ellas supieron apreciar ese fantástico tercer piso en el que puedes encontrar cientos y cientos de libros sobre deporte y, en especial, sobre Mujer y Deporte. Las niñas, en cambio, se lanzarón de cabeza al sótano, lugar reservado para la zona infantil, y Ana volvió a cargar 12 libros más de Fairys. Me pregunto cuántos hay, porque nunca se acaban.
De allí seguimos por el centro y paramos a comer en un japonés estupendo, del que no teníamos ni idea, pero lo cierto es que dimos en el clavo. Nos pusimos de sushi hasta las botas, las niñas comieron calamares y pollo a la japonesa. Estaba todo buenísimo. Sobre todo, la compañía. ¿Alguna se acuerda del nombre? Creo que estaba en Granville street, pero la verdad es que no me fije y es un sitio para repetir.
Del japonés bajamos hasta Waterfront, para hacer las fotos de rigor con el pebetero olímpico y acercarnos a Gastown. Había que tomar un café en nuestro Starbucks favorito, y ya no sólo por el sitio, si no porque no paraba de llover y empezábamos a necesitar secarnos.
Lo peor es que ahí terminaba nuestro encuentro, porque teníamos que llevar a la tita al aeropuerto. Dos despedidas en una. Demasiado para las niñas.
La verdad es que yo no estuve muy lista, porque podía haber despedido a Sandra en el aeropuerto, y volver a downtown con Miriam y Nik, porque da gusto estar con ellas y hablar, especialmente de deportes, qué se le va a hacer una tiene la pedrada que tiene, pero una noche de chicas por Vancouver habría estado muy, pero que muy bien. Vamos que todavía estoy dándome cabezazos por las esquinas cuando lo pienso, aunque con la llorera que se pilló Ana ante el control de pasaportes en la terminal, difícilmente habría aceptado que yo me fuese a ninguna parte.
El caso es que desde que se han ido todas las visitas, las defensas han debido de caer en picado porque estamos los cuatro medio resfriados, que si unas con dolor de cabeza, otras con dolor de espalda y uno con una importante gotera en su no menos importante nariz. Así que necesitamos visitas que estimulen nuestro sistema inmune. ¡A buscar vuelos! Aunque sea para tener que decir ¡Hola y Adiós!
Buuuaayyy, buuuaaay, Tita...